Pascal Grandjean nos ofrece un rock de esos tranquilos y
melódicos, en donde la guitarra es la base desde el inicio, pues es tocada con
tal sutileza y cuidado que no solo se siente atmosférica, también tiene un
toque de profundidad que puede sentirse como un abrazo al corazón. Pero, sin
duda, la mejor parte de la canción llega en el minuto 1:28, cuando la guitarra eléctrica
suena con fuerza, con una intensidad que se siente controlada, y una batería
que mantiene este ambiente tranquilo, pero con una profundidad marcada por la
voz.
Y es que el tema está interpretado a dos voces: la de Paul
que tiene ese toque melódico que necesita la canción, y luego una voz femenina,
dulce y delicada, ella entra en el momento de la explosión musical y se queda
hasta el minuto 2:30, cuando escuchamos un riff de guitarra poderoso que se
desvanece para dejar libre la voz femenina y ese coro que nos llevan hasta el
final de la canción.
¡Un rock construido con una base sonora energética!

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